El dolor de espalda es uno de los dolores más frecuentes y los datos indican que el 80% de nosotros tendremos dolor de este tipo en algún momento de nuestra vida.
Existen diversos factores de riesgo que hacen que unas personas sean más propensas que otras al dolor de espalda. Entre ellos destacan la edad, la genética, riesgos laborales, estilo de vida, el peso, la postura, accidentes o lesiones antiguas, el embarazo o el hábito de fumar. Junto con ésto, distinguiremos diversas causas en su aparición, ya sea por patologías propias (hernias discales, artrosis, escoliosis, enfermedades autoinmunes, fracturas vertebrales etc.) como de factores externos (tipo de calzado, tipo de trabajo, el estrés, el peso de cada uno, golpes, malas posturas, etc.) También hay otras causas menos frecuentes como infecciones, enfermedades renales o digestivas, tumores, etc.
Con ésto, podremos clasificar el dolor de espalda en dos grupos: de tipo mecánico o de tipo inflamatorio. Ambos tipos de dolor pueden limitar las actividades cotidianas, así como empeorar la calidad de vida porque afecta al sueño, a la vida social y a la capacidad de trabajar.
Para saber si tenemos un dolor de origen inflamatorio o de origen mecánico nos fijaremos en los siguientes síntomas:
Dolor inflamatorio:
- Aparece normalmente antes de los 40 años
- Tiende a aparecer gradualmente
- Mejoran con la actividad y el ejercicio suave
- No mejora con el reposo
- Aparece dolor nocturno, obligando a la persona a levantarse a media noche con imposibilidad de conciliar el sueño
- Rigidez matutina que dura más de 30 minutos, luego desaparece.
- Dolor de más de 3 meses de duración.
Dolor mecánico:
- Puede aparecer a cualquier edad.
- No suele acompañarse de rigidez matutina, o si la hay, durará menos de 30 minutos.
- Frecuentemente se debe a un traumatismo o una distensión muscular.
Además de ser inflamatorio o mecánico también podremos diferenciar según su duración. Hablaremos de un dolor agudo aquel que no suele durar más de lo que tarda en resolverse la lesión causante y en todo caso, menos de un período de entre 3 y 6 meses y de dolor crónico cuando sean periodos de dolor de entre tres y seis meses o incluso puede llegar a durar toda la vida.
Para no padecer dolor de espalda, o al menos con poca frecuencia, es importante mantener un buen estado físico y mental e intentar mantener una buena higiene postural en el trabajo y en la vida cotidiana de cada uno.