Lo primero de todo, tenemos que conocer y entender la anatomía de la región sobre la que vamos a hablar. En esta noticia hablaremos sobre la zona lumbar, sus características y sus intervenciones quirúrgicas.
La columna vertebral es una estructura ósea que está expuesta a sufrir multitud de lesiones tanto por su forma, función y longitud.Es una de las estructuras más importantes y relevantes del cuerpo humano y por tanto debemos cuidarla diariamente para evitar sufrir lesiones.
La columna es responsable de recubrir y proteger la medula espinal a lo largo de todo su trayecto, de la cual salen los nervios periféricos que irrigan el resto de las estructuras del cuerpo, por lo que abarca desde la zona cervical hasta los dedos del pie, tanto de manera sensitiva como motora. Además de ello, la columna forma parte de la caja torácica ya que las costillas se relacionan con las vértebras dorsales.
La columna vertebral se subdivide en 5 (cervical, dorsal, lumbar, sacro y coxis). Las 3 primeras regiones son las más susceptibles de sufrir alguna lesión, mientras que la zona sacra y coxis las lesiones que podemos encontrarnos suelen ser generalmente por un traumatismo directo en la zona. Por ello, siempre que hacemos alusión a dolores de espalda nos referimos a cualquiera de las 3 grandes zonas de la columna (cervical, dorsal y lumbar). Además, debemos saber que la columna vertebral presenta curvaturas (lordosis y cifosis) y esta cambia respecto a la zona en la que nos encontremos. Las zonas con lordosis (concavidades de la columna) se encuentran en zona cervical y lumbar, mientras que la cifosis (convexidades de la columna vertebral) aparece en zona dorsal y sacra.
Lumbar
Forma la base de la columna junto con el sacro. Es una región bastante fuerte, estable, poco móvil y soporta el peso y carga del cuerpo. Está formado por 5 vértebras grandes que realizan flexión y extensión principalmente, aunque en menor medida pueden hacer lateroflexión y rotación. Como ya hemos mencionado, al ser 5, salen sus 5 nervios correspondientes e inervan la zona de la cadera y el miembro inferior hasta los dedos del pie.
Prevalencia e incidencia
La prevalencia y la incidencia del dolor lumbar hacen referencia a la frecuencia con la que ocurre esta afección en una población determinada.
La prevalencia del dolor lumbar se refiere al número total de personas que presentan dolor lumbar en un momento dado o durante un período específico. Se expresa generalmente como un porcentaje de la población o como un número absoluto. La prevalencia del dolor lumbar puede variar según diferentes factores, como la edad, el sexo, el estilo de vida y la ocupación. Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que la prevalencia mundial del dolor lumbar es del 60-70%.
La incidencia del dolor lumbar se refiere al número de nuevos casos de dolor lumbar que se presentan en una población en un período de tiempo determinado. Se expresa generalmente como una tasa por cada 1,000 personas o por cada 100,000 personas. La incidencia del dolor lumbar puede variar según la edad, el sexo, la ocupación y otros factores de riesgo. Sin embargo, no hay datos precisos sobre la incidencia del dolor lumbar disponibles en todos los países.
Es importante tener en cuenta que tanto la prevalencia como la incidencia del dolor lumbar pueden estar subestimadas. Muchas personas no buscan atención médica para esta afección, por tanto, estos pacientes no quedan registrados ni entran dentro de las estadísticas.
Etiología
las causas más comunes del dolor lumbar son:
- Lesiones musculares o de ligamentos: El esfuerzo excesivo, la tensión muscular, los desgarros musculares, lesiones en los ligamentos vertebrales pueden causar dolor lumbar.
- Hernia de disco: Cuando el núcleo interno de un disco vertebral sobresale y presiona los nervios cercanos, puede causar dolor en la zona lumbar.
- Artritis: La osteoartritis o la artritis reumatoide pueden afectar las articulaciones de la columna vertebral y causar dolor lumbar.
- Estenosis espinal: Se refiere al estrechamiento del canal medular, lo que puede ejercer presión sobre los nervios y provocar dolor, entumecimiento y sensación de hormigueo.
- Espondilolistesis: Ocurre cuando una vértebra se desliza fuera de su posición normal y comprime los nervios espinales.
Sintomatología
El cuadro clínico más habitual en este tipo de lesiones es:
- Dolor agudo o punzante en la parte baja de la espalda.
- Sensación de rigidez o tensión en la zona lumbar.
- Dolor que se irradia hacia la zona glútea, las piernas o los pies (ciática).
- Dificultad para moverse, especialmente al levantarse o al cambiar de posición.
- Sensación de debilidad o entumecimiento en las piernas.
- Dificultad para mantener una postura adecuada debido al dolor.
¿Que son los discos vertebrales, protusiones y hernias?
Una vez situado la anatomía vamos en fijarnos y entender lo que son los discos vertebrales, que son los causantes de las protusiones y hernias. Los discos vertebrales se encuentran entre cada una de las vértebras y son vitales para generar el movimiento de una vértebra sobre la otra sin dolor, además de amortiguar las cargas y peso. Para entender cómo funciona se suele usar el símil de la pastilla de jabón, ya que hace el movimiento contrario del que hace el cuerpo, es decir, si hacemos flexión de tronco el disco va hacia atrás y los mismo con los demás movimientos.
El objetivo principal del movimiento del disco es que se produzca ese desplazamiento para dar congruencia y naturalidad al movimiento que realizamos. El disco consta de 2 partes, un anillo fibroso (parte externa) y el núcleo pulposo (parte interna).
Una protusión discal y una hernia discal son dos condiciones que empeoran los discos intervertebrales de la columna vertebral, pero tienen algunas diferencias importantes. Una protusión discal ocurre cuando el núcleo pulposo (parte interna gelatinosa) del disco intervertebral se desplaza hacia el exterior a través de una pequeña ruptura o debilidad en el anillo fibroso (parte externa más resistente). En este caso, el material del disco se empuja hacia afuera pero aún se mantiene dentro de los límites del anillo fibroso. La protusión discal generalmente se describe como una deformación o abultamiento del disco.
Por otro lado, ocurre una hernia discal cuando el núcleo pulposo se vende completamente a través de una ruptura o fisura en el anillo fibroso y se desplaza hacia la médula espinal o hacia una raíz nerviosa cercana. La hernia discal es una condición más grave en comparación con la protusión discal, ya que implica un desplazamiento más significativo del material del disco fuera de su posición normal.
En términos de síntomas y efectos, tanto la protusión discal como la hernia discal pueden causar dolor, entumecimiento, hormigueo y debilidad en la región afectada. Sin embargo, la gravedad de los síntomas puede variar dependiendo de la ubicación y el grado de compresión de las estructuras nerviosas.
El diagnóstico preciso de una protusión o una hernia discal generalmente se realiza mediante estudios de imagen, como resonancia magnética (RM) o tomografía computarizada (TC), que pueden proporcionar información detallada sobre la anatomía de la columna vertebral y la ubicación de la lesión discal.
Tratamiento
En cuanto al tratamiento de estas lesiones es importante destacar que para una protusión o una hernia discal puede variar según la gravedad de los síntomas y la respuesta individual del paciente.
El tratamiento inicial puede ser conservador donde la fisioterapia abarca la lesión junto con medicamentos para el dolor (pautados por un médico), cambios en el estilo de vida y terapia física.
En los más graves o si los síntomas no mejoran con el tratamiento conservador, puede ser necesario considerar opciones más invasivas, como la cirugía. La decisión sobre el tratamiento más adecuado debe ser tomada por un médico o especialista en columna vertebral, en función de la evaluación individual del paciente.
- Cirugía
Existen varios tipos de intervenciones quirúrgicas lumbares que se utilizan para tratar diversas condiciones y problemas en la columna lumbar.
Es importante recordar que cada caso es único, y la elección de la intervención surgió de la condición específica del paciente y la opinión del cirujano. Algunos de los tipos de intervenciones quirúrgicas lumbares más comunes incluyen:
- Discectomía: Es un procedimiento que implica la extirpación total o parcial de una hernia discal que está ejerciendo presión sobre un nervio espinal. Esto se hace para aliviar el dolor y los síntomas asociados con la compresión del nervio.
- Laminectomía: En este procedimiento, se elimina una parte de la lámina (un segmento del hueso que forma el techo del canal espinal) para aliviar la presión sobre la médula y los nervios espinales. Si la eliminación es total de la lámina hablamos de una laminotomía.
- Fusión espinal: Es una cirugía que fusi
ona dos o más vértebras lumbares mediante el uso de injertos óseos, placas, tornillos o dispositivos similares. El objetivo es estabilizar la columna vertebral y aliviar el dolor causado por problemas como la degeneración discal o inestabilidad vertebral. Este tipo de intervención nos hace perder movilidad en la zona lumbar, ya que ese segmento va a moverse en bloque, no se articulan las vértebras.
- Artroplastia lumbar: También conocida como reemplazo de disco, esta cirugía implica reemplazar un disco dañado o degenerado con un disco artificial para la movilidad y reducir el dolor.
Hay que recordar que cada caso es único, y la elección de la intervención requerida depende de la evaluación de un médico especialista, que será quien mejor valore la gravedad de la afección y otros factores relevantes.
- Fisioterapia
La fisioterapia puede desempeñar un papel importante en el tratamiento del dolor lumbar. El dolor lumbar es una afección común que puede ser causada por una variedad de factores, como lesiones, debilidad muscular, malas posturas, hernias de disco o problemas articulares. Algunas de las técnicas y modos comunes utilizados en la fisioterapia para el dolor lumbar incluyen:
Terapia manual: En ella se puede incluir masajes terapéuticos, movilizaciones articulares, estiramientos para mejorar la movilidad y reducir la tensión en la zona lumbar. También emplear punción seca.
Ejercicios de fortalecimiento: Los ejercicios pueden ayudar a fortalecer los músculos de la espalda, el abdomen, los glúteos y la musculatura profunda lumbar, lo que proporciona estabilidad y soporte a la columna lumbar. A todo este conjunto de musculatura se le denomina core. Este tipo de ejercicios los podemos hacer por nuestra cuenta o podemos realizar clases de pilates.
Estiramientos: Los estiramientos suaves pueden ayudar a aliviar la rigidez muscular y el dolor además de mejorar la flexibilidad. En el caso de tener hormigueos, adormecimiento de las piernas realizaremos neurodinamia para “estirar”, movilizar y flexibilizar el nervio ciático.
Electroterapia: Utilizamos la crioterapia o termoterapia, ultrasonido, la estimulación eléctrica (TENS) lo empleamos como analgésico, mientras que el láser, microonda u onda corta la empleamos como terapia antiinflamatoria. En casos muy agudos podemos emplear la diatermia, que nos aportara reducción de inflamación, dolor y mejoría en la circulación sanguínea.
Educación y consejos: Los fisioterapeutas también proporcionamos información sobre las posturas correctas, la ergonomía y las técnicas de levantamiento seguro de peso para ayudar a prevenir futuros episodios de dolor lumbar. Por eso es importante cuidarnos la espalda día a día para evitar este tipo de patologías, ya no solo por el aspecto físico sino también por el psicológico.
Cuando las lumbalgias se cronifican y nos limitan las actividades de la vida diaria pueden aparecer problemas psicosociales (desarrollo de ira, estrés, depresión, etc.). Por tanto, una lesión física, en este caso de la región lumbar, también puede repercutirnos de manera psicológica. Este además que esta se produce una manera lenta, gradual y de difícil detección en su fase más inicial.
Cualquier duda o consulta que tengáis sobre este tema, no dudéis en consultarnos y os ayudaremos a resolver vuestros problemas. Os esperamos en Fisiolution.
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