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¿Te has roto una costilla? Ten en cuenta esto

Las fracturas de costilla son una lesión común, aunque no por ello menos significativa, que puede verse en varios escenarios: desde accidentes de tráfico, caídas o agresiones físicas, hasta en el ámbito deportivo. Una fractura o fisura de las costillas afecta directamente el movimiento del tronco y la respiración, pudiendo llegar a ser incapacitantes.

Para entender adecuadamente lo que implica una fractura de costilla, es esencial diferenciar entre fisura y fractura. Mientras que la fisura hace referencia a una ruptura parcial del hueso, sin provocar una total separación de sus extremos, la fractura se refiere a una discontinuidad completa entre los dos extremos de un mismo hueso.

Estas lesiones suelen producirse por un traumatismo directo en la zona, como un golpe fuerte o un aplastamiento, resultando en un daño en la parrilla costal. Este tipo de trauma puede provocar un dolor significativo y dificultad para respirar, lo cual puede complicar aún más la recuperación si no se maneja de manera adecuada.

Además de la molestia inmediata, una fractura de costilla puede tener complicaciones si no se gestiona de manera correcta. El dolor, el edema y la dificultad para respirar o toser son solo algunas de las complicaciones más comunes, ya que las costillas no pueden movilizarse adecuadamente para permitir la respiración.

A pesar de que la mayoría se curan por sí solas en un plazo de alrededor de dos meses, un buen proceso de rehabilitación es esencial para garantizar la mejor recuperación posible. La fisioterapia puede desempeñar un papel fundamental en el proceso de recuperación, facilitando el retorno a la normalidad y minimizando las posibilidades de complicaciones.

Anatomía y función de la parrilla costal

La caja torácica, actúa como un escudo protector para nuestros órganos vitales, como los pulmones, el corazón y el hígado. Esta estructura de defensa no es solamente resistente, sino también flexible, gracias a su diseño compuesto por huesos curvos y emparejados lateralmente.

En total, tenemos doce pares de costillas, las cuales están unidas por músculos intercostales que otorgan una estabilidad flexible a nuestra caja torácica.

 

Las costillas se dividen en tres categorías, en función de su tamaño y su conexión con el esternón.

  • Primero, tenemos las costillas verdaderas, que son los primeros nueve pares de costillas. Estos huesos se curvan alrededor de la pared torácica y se conectan directamente con el esternón, ganando así su designación de “verdaderas”.
  • Luego, tenemos las costillas falsas, que son los pares de costillas del octavo al décimo. A diferencia de las costillas verdaderas, las costillas falsas son más cortas y no están directamente conectadas al esternón.
  • Por último, los dos últimos pares de costillas, del undécimo al duodécimo, se conocen como costillas flotantes. Estas costillas no alcanzan el esternón y no están directamente adheridas a él, de ahí su nombre.

 

Cada costilla, sin importar su tipo, se articula por la parte posterior con las vértebras y, con excepción de las costillas flotantes, también se articula por la parte anterior con el esternón.

Tipo de fracturas costales

Las fracturas de costilla pueden presentarse de diversas maneras, dependiendo de factores como la ubicación, la cantidad de costillas implicadas y el grado de desplazamiento de los fragmentos de hueso. A continuación, describiremos los tipos más comunes de fracturas de costilla:

  • Fractura en serie: este término se utiliza cuando se han fracturado tres o más costillas consecutivas en el mismo lado del cuerpo. Este tipo de lesión puede llevar a una inestabilidad significativa en la pared torácica.
  • Fractura múltiple: este tipo de fractura implica que al menos dos partes del hueso se han roto, lo que puede provocar que los fragmentos de hueso o segmentos intermedios se desplacen. Este desplazamiento puede variar desde leve hasta significativo.
  • Fractura abierta: esta lesión se produce cuando un fragmento de hueso fracturado perfora la piel. Esta es una emergencia médica que requiere atención inmediata debido al riesgo de infección y otras complicaciones.
  • Fractura simple: en este tipo de fractura, los fragmentos de hueso rotos están contenidos y estabilizados por las estructuras adyacentes, lo que significa que no se desplazan entre sí. Estas fracturas generalmente son las menos graves y, en la mayoría de los casos, se curan con el tiempo y el cuidado adecuado.

La mayoría de las fracturas de costilla son del tipo simple y cerradas, lo que significa que los fragmentos de hueso están contenidos y no hay heridas abiertas. Sin embargo, aunque estas lesiones pueden ser menos graves en comparación con otros tipos de fracturas de costilla, siguen requiriendo atención médica y un cuidado adecuado para garantizar una recuperación completa. Es crucial recordar que cualquier fractura de costilla puede tener implicaciones serias y potencialmente amenazar la vida si no se maneja correctamente, por lo que siempre se debe buscar atención médica si se sospecha de una lesión de este tipo.

Síntomas

El síntoma más notable de una fractura de costilla es el dolor focalizado en el área de la lesión, que se intensifica con la respiración. El dolor puede ser especialmente severo durante la respiración profunda, el estornudo y la tos. Este malestar puede llevar a una restricción en la respiración, lo que puede comprometer el suministro de oxígeno y la función pulmonar, elevando el riesgo de infecciones. Este riesgo es particularmente alto en adultos mayores, fumadores y personas con enfermedades pulmonares preexistentes.

El nivel de molestia puede aumentar durante la respiración, con movimientos del tronco y la espalda, así como toser o estornudar, también pueden agravar el dolor. Es crucial buscar atención médica de emergencia si se experimenta alguno de estos síntomas.

Para confirmar la presencia de una fisura o fractura de costilla, el médico suele basarse en los síntomas del paciente y en una radiografía. Si en la primera radiografía no se detectan fracturas, esta prueba puede repetirse después de 2 a 3 días para un seguimiento. En casos de microfracturas, puede ser necesario realizar una resonancia magnética para descartar la presencia de edemas óseos. Es fundamental también descartar la existencia de un neumotórax, una complicación en la que el aire se escapa del pulmón y se acumula en la cavidad torácica.

Las fracturas de costilla pueden ser extremadamente dolorosas e interferir con la respiración normal. En casos graves, puede producirse un “volet torácico” o tórax inestable, que ocurre cuando dos o más costillas consecutivas se fracturan en múltiples puntos, creando una inestabilidad en la caja torácica. Esto puede inhibir la correcta expansión de los pulmones y está asociado a lesiones pulmonares graves.

El riesgo más grave de una lesión en la costilla es la perforación de órganos vitales como los pulmones, el corazón o la aorta. Esto puede causar hemorragias graves en los pulmones o un colapso pulmonar. Afortunadamente, estas complicaciones son poco frecuentes.

Las fracturas en la parte frontal del tórax suelen tener un impacto mayor en la respiración que las fracturas en la espalda, ya que, en esta última área, las costillas están estabilizadas por los músculos dorsales. Las fracturas en serie, donde se ven fracturadas varias costillas consecutivas, pueden llevar al desarrollo de un tórax inestable o volet costal.

Diagnóstico

El diagnóstico de las fracturas de costilla comienza típicamente con la realización de una radiografía torácica. Este examen de imagen permite visualizar los huesos de la caja torácica y detectar cualquier discontinuidad o anomalía en las costillas. Sin embargo, en ocasiones, las radiografías no muestran claramente las fracturas.

Si la sospecha clínica de una fractura de costilla es alta a pesar de una radiografía normal, puede ser necesaria una tomografía computarizada (TAC) para una visualización más detallada.

Además de las pruebas de imagen, es crucial proporcionar un historial médico completo y preciso. Esta información puede ayudar a los médicos a comprender mejor el contexto de la lesión, identificar posibles factores de riesgo y orientar el proceso de diagnóstico. Así, se facilita una evaluación más precisa y un plan de tratamiento más efectivo para el paciente.

Tratamiento de fisioterapia

La fisioterapia es una parte integral del tratamiento de las fracturas de costilla. Es importante que se realice en colaboración con el médico traumatólogo para garantizar la mejor recuperación posible de las funciones y movimientos costales alterados. Además, el tratamiento puede variar si se ha realizado una cirugía para reparar las costillas fracturadas.

En las primeras etapas de recuperación, es fundamental limitar parcialmente la movilidad del tórax. No implica una inmovilización total, sino una protección física con actividades limitadas indicadas por el fisioterapeuta para evitar un mayor desplazamiento de los fragmentos de la fractura.

Un tratamiento revolucionario es la bomba diamagnética , te dejo un ejemplo de un tratamiento sobre un fractura de costilla que se recuperó un tiempo récord:

La fisioterapia respiratoria es la principal forma de tratamiento durante las primeras 3-4 semanas. Esta está enfocada en mantener la función pulmonar para prevenir la acumulación de secreciones y la posibilidad de infecciones. Algunas de las técnicas que se pueden utilizar durante este período incluyen la relajación y estimulación del diafragma, la realización de ejercicios activo-asistidos para aumentar la expansión torácica y la capacidad pulmonar, y la enseñanza de patrones respiratorios para la correcta inspiración y expiración.

El proceso de curación de las costillas fracturadas generalmente tarda entre 6 a 8 semanas, una vez que el hueso ha consolidado, confirmado mediante estudios de imagenología como rayos X, las intervenciones fisioterapéuticas se pueden centrar más en el movimiento y la recuperación funcional, siempre manteniendo la función y salud del sistema respiratorio.

Bibliografía

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