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Rizartrosis: síntomas, causa y todo lo que necesitas saber

La rizartrosis, una forma específica de osteoartritis que afecta la articulación basal del pulgar, es una condición dolorosa y debilitante que afecta a millones de personas en todo el mundo. Esta enfermedad degenerativa, también conocida como artrosis del pulgar, puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes la padecen, limitando su capacidad para realizar tareas cotidianas simples y causando molestias constantes.

A medida que la población envejece y la expectativa de vida aumenta, la rizartrosis se ha convertido en un problema de salud cada vez más relevante. Sin embargo, a pesar de su prevalencia, muchas personas desconocen esta enfermedad y sus implicaciones, lo que puede retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuados.

En esta noticia, exploraremos en detalle qué es la rizartrosis, cuáles son sus síntomas característicos, las causas subyacentes y las opciones de tratamiento disponibles, con un enfoque particular en la importancia de la fisioterapia en el manejo de esta condición. Desde consejos prácticos para la vida diaria hasta información sobre estrategias para enfrentar sus desafíos, nuestro objetivo es proporcionar información valiosa y práctica para aquellos que viven con rizartrosis.

Acompáñanos en este viaje para comprender mejor la rizartrosis y descubrir cómo la fisioterapia puede desempeñar un papel crucial en mejorar la calidad de vida de quienes luchan contra esta enfermedad incapacitante. Juntos, podemos arrojar luz sobre esta afección y ofrecer esperanza y apoyo a aquellos que enfrentan sus desafíos a diario.

Introducción

La rizartrosis, conocida también como artrosis del pulgar u osteoartritis basal del pulgar, es una enfermedad degenerativa que afecta la articulación basal del pulgar. Esta articulación, llamada articulación trapeciometacarpiana, se encuentra en la base del pulgar y es esencial para realizar movimientos de pinza y sostener objetos entre el pulgar y los dedos largos.

La rizartrosis es una forma de osteoartritis, la cual es causada por el desgaste del cartílago que recubre las articulaciones. Con el tiempo, este desgaste conduce a la fricción entre los huesos, lo que provoca dolor, inflamación y rigidez en la articulación. Además del cartílago, la rizartrosis puede afectar otras estructuras articulares, como los ligamentos, los tendones y las cápsulas articulares.

Causas y factores de riesgo

Causas de la rizartrosis:

  1. Lesiones anteriores: Esguinces, fracturas u otras lesiones en la articulación del pulgar pueden desencadenar la degeneración del cartílago y contribuir al desarrollo de la rizartrosis.
  2. Desgaste articular: Con el tiempo, el desgaste natural de la articulación basal del pulgar puede causar la pérdida gradual del cartílago que recubre las superficies articulares, lo que conduce a la rizartrosis.
  3. Factores genéticos: Existe evidencia de que la predisposición genética juega un papel en el desarrollo de la rizartrosis. Las personas con antecedentes familiares de la enfermedad pueden tener un mayor riesgo de desarrollarla.

Factores de riesgo de la rizartrosis:

  1. Edad avanzada: La rizartrosis es más común en personas mayores debido al desgaste natural de las articulaciones que ocurre con el envejecimiento.
  2. Sexo femenino: Las mujeres tienen una mayor incidencia de rizartrosis en comparación con los hombres. Esto puede deberse a diferencias en la estructura y la laxitud de las articulaciones del pulgar, así como a cambios hormonales.
  3. Actividades repetitivas: El uso excesivo de la articulación del pulgar en actividades laborales o recreativas que implican movimientos repetitivos, como escribir, tejer o trabajar con herramientas, puede aumentar el riesgo de desarrollar rizartrosis.
  4. Debilidad muscular: La debilidad en los músculos que rodean la articulación del pulgar, especialmente la musculatura flexora de dedo y muñeca puede contribuir al desarrollo de la rizartrosis al no proporcionar un adecuado soporte y estabilidad a la articulación.

Síntomas

La rizartrosis se caracteriza por síntomas como dolor en la base del pulgar, rigidez y debilidad en la mano. Estos síntomas pueden afectar significativamente la calidad de vida y la capacidad para realizar actividades cotidianas. A continuación, exploraremos en detalle los síntomas clave de la rizartrosis:

  1. Dolor en la base del pulgar: El síntoma más común es el dolor en la articulación basal del pulgar. Este dolor puede ser constante o intermitente y empeorar con el movimiento o la presión sobre la articulación.
  2. Rigidez: La rigidez en la articulación del pulgar es otro síntoma característico de la rizartrosis. Puedes experimentar dificultad para mover el pulgar, especialmente al realizar actividades que requieren un movimiento de pinza o agarrar objetos.
  3. Inflamación: La articulación del pulgar puede inflamarse, lo que puede causar hinchazón, enrojecimiento y sensibilidad al tacto alrededor de la base del pulgar.
  4. Debilidad: La rizartrosis puede provocar debilidad en la mano y el pulgar, lo que puede dificultar realizar tareas que requieran fuerza o agarre, como abrir frascos o girar llaves.
  5. Chasquidos o crujidos: Algunas personas con rizartrosis pueden experimentar chasquidos o crujidos en la articulación del pulgar al moverlo. Estos sonidos pueden ser acompañados de sensaciones de fricción o bloqueo en la articulación.
  6. Limitación en la movilidad: La rizartrosis puede limitar la capacidad de mover el pulgar en todas las direcciones, lo que puede dificultar actividades como escribir, sostener objetos o realizar gestos finos con la mano.

Diagnóstico

El diagnóstico de la rizartrosis implica una evaluación clínica detallada junto con pruebas de imagen específicas para confirmar la presencia de la enfermedad y evaluar su gravedad. A continuación, se detallan los pasos comunes en el proceso de diagnóstico:

  1. Historial médico y examen físico: El médico comenzará recopilando información sobre los síntomas del paciente, antecedentes médicos y factores de riesgo para la rizartrosis, como lesiones previas en la mano o actividades laborales que implican movimientos repetitivos del pulgar. Durante el examen físico, el médico puede observar la articulación del pulgar en busca de signos de inflamación, deformidad o limitación en la movilidad.
  2. Pruebas de imagen: Las pruebas de imagen, como radiografías, son fundamentales para confirmar el diagnóstico de rizartrosis y evaluar el grado de degeneración articular. En las radiografías, se pueden observar signos característicos de la enfermedad, como estrechamiento del espacio articular, formación de osteofitos (espuelas óseas), erosión del cartílago y deformidades articulares.
  3. Pruebas funcionales: En algunos casos, se pueden realizar pruebas específicas para evaluar la función y la fuerza del pulgar, como la prueba de pinchado (pinch test) o la prueba de fuerza de agarre. Estas pruebas pueden ayudar a determinar el impacto de la rizartrosis en la capacidad del paciente para realizar actividades cotidianas y pueden ser útiles para planificar el tratamiento.
  4. Diferenciación de otras condiciones: El médico también puede realizar pruebas para descartar otras condiciones que pueden causar síntomas similares a la rizartrosis, como artritis reumatoide, tendinitis del pulgar o síndrome del túnel carpiano. Esto puede implicar pruebas de laboratorio adicionales, como análisis de sangre para detectar marcadores inflamatorios.

Tratamiento

El tratamiento de la rizartrosis del pulgar tiene como objetivo aliviar el dolor, reducir la inflamación, mejorar la función y prevenir la progresión de la enfermedad. A continuación, se detallan las opciones de tratamiento, con especial atención en la fisioterapia:

  1. Medicamentos: Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) pueden ser recetados para reducir el dolor y la inflamación asociados con la rizartrosis. Los analgésicos también pueden ser recomendados para controlar el dolor. Además, en algunos casos, se pueden administrar inyecciones de corticosteroides en la articulación afectada para proporcionar alivio temporal de los síntomas.
  2. Fisioterapia: La fisioterapia desempeña un papel crucial en el tratamiento de la rizartrosis del pulgar. Los programas de fisioterapia están diseñados para fortalecer los músculos que rodean la articulación del pulgar, mejorar la movilidad y la flexibilidad, y reducir la tensión sobre la articulación. Los ejercicios de estiramiento y fortalecimiento específicos para la musculatura del pulgar y la mano pueden ayudar a mejorar la función y reducir el dolor. Además, las técnicas de terapia manual, como la movilización articular y la liberación miofascial, pueden ser utilizadas por el fisioterapeuta para mejorar la movilidad de la articulación y reducir la rigidez.
  3. Terapia ocupacional: Los terapeutas ocupacionales pueden enseñar al paciente técnicas para realizar actividades diarias de manera más segura y eficiente, así como proporcionar dispositivos de asistencia y adaptaciones en el entorno doméstico y laboral para minimizar la tensión sobre la articulación del pulgar.
  4. Modificaciones en el estilo de vida: Realizar cambios en las actividades diarias y en las técnicas de ergonomía puede ayudar a reducir la tensión sobre la articulación del pulgar y mejorar los síntomas de la rizartrosis. Esto puede incluir utilizar dispositivos ergonómicos, como lápices de agarre amplio o utensilios de cocina con mangos más grandes, y evitar actividades que desencadenen el dolor en la articulación.
  5. Cirugía: En casos graves de rizartrosis que no responden al tratamiento conservador, se puede considerar la cirugía como último recurso. Las opciones quirúrgicas incluyen la artroplastia (reemplazo de la articulación), la artroscopia (eliminación de tejido inflamado) y la fusión articular (unión de los huesos de la articulación para reducir el dolor).

Rizartrosis y fisioterapia

Tratamiento de la rizartrosis con fisioterapia:

La fisioterapia desempeña un papel fundamental en el tratamiento de la rizartrosis, proporcionando técnicas y estrategias específicas para aliviar el dolor, mejorar la función y la movilidad, y fortalecer los músculos de la mano y el pulgar. A continuación, se describen las principales modalidades de tratamiento utilizadas por los fisioterapeutas:

  • Educación y asesoramiento: El fisioterapeuta proporciona información al paciente sobre la enfermedad, sus causas, síntomas y manejo. Esto incluye consejos sobre ergonomía, posturas adecuadas para evitar la tensión en la articulación del pulgar y recomendaciones sobre modificaciones en las actividades diarias para reducir el dolor y la inflamación.

  • Ejercicios terapéuticos: Se diseñan programas de ejercicios específicos para fortalecer los músculos de la mano y el pulgar, mejorar la movilidad articular y aumentar la estabilidad de la articulación afectada. Estos ejercicios pueden incluir ejercicios de resistencia, movilización articular, estiramientos y ejercicios de coordinación mano-ojo.

  • Terapia manual: El fisioterapeuta utiliza técnicas de terapia manual para mejorar la movilidad de la articulación del pulgar y reducir la rigidez y la inflamación. Esto puede incluir masaje terapéutico, movilización articular, técnicas de liberación miofascial y terapia de puntos gatillo.
  • Modalidades físicas: Se pueden utilizar modalidades físicas como el ultrasonido, la terapia con láser, la electroterapia y la terapia con ondas de choque para reducir el dolor, mejorar la circulación sanguínea y promover la curación de los tejidos afectados.
  • Entrenamiento funcional: El fisioterapeuta trabaja con el paciente para mejorar la capacidad funcional de la mano y el pulgar en actividades específicas de la vida diaria, como agarrar objetos, escribir, abrir frascos y realizar tareas domésticas. Esto puede implicar el uso de dispositivos de asistencia adaptados a las necesidades individuales del paciente.
  • Prevención de recaídas: El fisioterapeuta enseña al paciente estrategias de autocuidado y ejercicios de mantenimiento para prevenir la reaparición de los síntomas y mantener la funcionalidad a largo plazo. Esto puede incluir recomendaciones sobre el uso de férulas de muñeca, ejercicios de fortalecimiento regulares y técnicas de manejo del estrés.

Consejos para tu día a día

  1. Ergonomía:
  • Ajusta la altura de tu silla y escritorio para que tus brazos estén en ángulo recto y tus pies descansen planos en el suelo.
  • Utiliza teclados y ratones ergonómicos para reducir la tensión en las manos y los dedos.
  • Usa utensilios de cocina con mangos acolchados y herramientas de trabajo con empuñaduras ergonómicas.
  • Considera la posibilidad de utilizar dispositivos de asistencia, como abrelatas eléctricos o cucharas adaptadas, para facilitar las tareas diarias.

  1. Descansos frecuentes:
  • Establece recordatorios para tomar descansos cortos y estirar tus manos y dedos cada hora.
  • Alterna las actividades que implican el uso del pulgar con otras que no lo hagan, como leer, caminar o simplemente descansar.
  • Considera la posibilidad de utilizar dispositivos de dictado por voz en lugar de escribir o mecanografiar durante largos períodos.

  1. Calor y frío:
  • Aplica una compresa caliente en la articulación del pulgar durante 15-20 minutos antes de realizar ejercicios de fisioterapia para ayudar a relajar los músculos y mejorar la circulación.
  • Utiliza una bolsa de hielo envuelta en un paño para aplicar compresión fría en la articulación del pulgar durante 10-15 minutos después de actividades que causen dolor o inflamación.

  1. Terapia física:
  • Incorpora ejercicios de fortalecimiento y estiramiento específicos para los músculos de la mano y el pulgar en tu rutina diaria.
  • Considera la posibilidad de usar dispositivos de terapia física en el hogar, como bandas de resistencia o pelotas de rehabilitación, para complementar tu programa de ejercicios.
  • Explora técnicas de terapia manual, como la terapia miofascial o la movilización articular, con la guía de un fisioterapeuta para mejorar la movilidad y reducir la rigidez.
  1. Modificaciones en las actividades:
  • Utiliza herramientas adaptativas, como abrelatas de tarros con mangos más grandes o tijeras de cocina de palanca, para reducir la presión sobre la articulación del pulgar.
  • Divide las tareas en pasos más pequeños y realiza pausas frecuentes para evitar la fatiga y la sobrecarga de la articulación.
  • Considera la posibilidad de delegar tareas que impliquen movimientos repetitivos del pulgar a otras personas o utilizar servicios de entrega para evitar el estrés adicional en la articulación.
  1. Gestión del estrés:
  • Incorpora técnicas de manejo del estrés en tu rutina diaria, como la meditación, la respiración profunda o el yoga, para reducir la tensión y mejorar tu bienestar emocional.
  • Dedica tiempo a actividades que te relajen y te diviertan, como leer, escuchar música o practicar hobbies creativos, para distraerte del dolor y la incomodidad.

  1. Descanso adecuado:
  • Asegúrate de dormir lo suficiente cada noche para permitir que tu cuerpo se recupere y se repare.
  • Utiliza almohadas o dispositivos de apoyo para mantener una postura cómoda y alinear correctamente la columna vertebral mientras duermes.
  • Considera la posibilidad de utilizar férulas o muñequeras durante la noche para mantener la articulación del pulgar en una posición neutra y reducir el dolor y la inflamación.

  1. Consulta médica regular:
  • Programa citas de seguimiento regulares con tu médico y fisioterapeuta para evaluar la eficacia de tu plan de tratamiento y realizar ajustes según sea necesario.
  • Mantén un registro de tus síntomas y actividades diarias para ayudar a tu equipo médico a entender tu progreso y responder mejor a tus necesidades individuales.

Bibliografía

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