Las costillas cumplen una función vital en nuestro cuerpo: proteger órganos esenciales como el corazón y los pulmones, además de participar activamente en la mecánica respiratoria. Cuando una de estas estructuras sufre una fisura, el dolor y las limitaciones funcionales pueden afectar considerablemente la calidad de vida del paciente. A diferencia de una fractura completa, una fisura de costillas implica una grieta parcial en el hueso, lo que muchas veces pasa desapercibido en un primer momento pero que requiere atención y cuidados específicos para evitar complicaciones.
En este artículo abordaremos qué es exactamente una fisura costal, cómo se produce, cuáles son sus síntomas más comunes y qué cuidados son fundamentales durante el proceso de recuperación. También repasaremos algunos aspectos anatómicos clave y hablaremos del papel de la fisioterapia en la rehabilitación, una herramienta esencial para asegurar una recuperación completa y segura.
Repaso anatómico: ¿Qué debemos saber sobre las costillas?
El tórax humano está formado por 12 pares de costillas que se articulan por detrás con las vértebras torácicas y, en su mayoría, por delante con el esternón mediante cartílago costal. Estas estructuras óseas forman la llamada ana, cuya función principal es proteger órganos vitales como el corazón, los pulmones y grandes vasos sanguíneos, además de participar activamente en el proceso respiratorio.
Puntos clave a tener en cuenta:
- Estructura y tipos de costillas: Las costillas se dividen en verdaderas (1ª a 7ª), falsas (8ª a 10ª) y flotantes (11ª y 12ª). Esta clasificación es importante ya que las flotantes, por no estar unidas al esternón, pueden ser más vulnerables a ciertos traumatismos.
- Movilidad y función respiratoria: Aunque rígidas, las costillas tienen cierta movilidad gracias a sus articulaciones y cartílagos. Esto les permite expandirse y contraerse con cada respiración. Una fisura puede alterar este movimiento natural y generar dolor, especialmente al inspirar profundamente, toser o reír.
- Músculos intercostales: Entre cada par de costillas se encuentran los músculos intercostales (externos, internos y más profundos), que juegan un papel esencial en la mecánica respiratoria. Su contracción permite la expansión del tórax durante la inspiración. En caso de fisura, estos músculos pueden verse afectados o generar espasmos por el dolor, lo que dificulta aún más la respiración.
- Nervios intercostales: A lo largo del borde inferior de cada costilla discurren los nervios intercostales, responsables de la sensibilidad y el control motor en la zona torácica. Cuando se produce una fisura, estos nervios pueden irritarse, provocando un dolor punzante o quemante que a veces se irradia hacia la espalda o el abdomen.
Este conocimiento anatómico nos ayuda a comprender por qué una fisura costal, aunque no sea una fractura completa, puede resultar muy limitante y dolorosa si no se gestiona correctamente.
Causas y factores de riesgo de una fisura costal
Una fisura en las costillas puede producirse por distintos mecanismos, tanto traumáticos como no traumáticos. Aunque suele asociarse a golpes directos, también puede aparecer en situaciones más sutiles, especialmente si existen factores predisponentes.
Causas más comunes:
- Traumatismos directos: Son la causa más frecuente. Incluyen caídas, accidentes de tráfico, golpes durante la práctica deportiva o impactos en el tórax.
- Compresión torácica: Situaciones en las que el tórax se ve comprimido de forma intensa (por ejemplo, en maniobras de reanimación cardiopulmonar) pueden provocar fisuras, especialmente en personas con huesos más frágiles.
- Tos intensa y repetitiva: En cuadros de bronquitis, tos crónica o enfermedades pulmonares, la repetición de esfuerzos torácicos puede generar fisuras por estrés óseo, sobre todo en personas mayores o con osteoporosis.
- Movimientos bruscos o cargas mal gestionadas: Actividades que impliquen giros forzados o sobreesfuerzo en el tronco pueden generar microtraumatismos que deriven en fisuras, especialmente en costillas flotantes o inferiores.
Factores de riesgo que aumentan la probabilidad de fisura:
- Edad avanzada: El envejecimiento conlleva una pérdida natural de densidad ósea, lo que hace a las costillas más vulnerables.
- Osteoporosis o baja densidad mineral ósea: Ya sea por causas hormonales, alimentarias o por enfermedades, esta condición aumenta notablemente el riesgo de fisuras incluso ante traumatismos leves.
- Deporte de contacto o de impacto: Fútbol, rugby, artes marciales o esquí son disciplinas donde los golpes torácicos son frecuentes.
- Malas posturas repetidas o sobrecargas musculares: En personas con trabajos físicos o que realizan esfuerzos de forma inadecuada, el estrés acumulado en la región torácica también puede contribuir al debilitamiento de la estructura costal.
Síntomas de una fisura en las costillas: ¿Cómo reconocerla?
A diferencia de una fractura completa, una fisura costal puede ser difícil de detectar en un primer momento, ya que los síntomas no siempre son evidentes o inmediatos. Sin embargo, existen signos característicos que pueden alertarnos de este tipo de lesión.
Síntomas más frecuentes:
- Dolor torácico localizado: El síntoma principal es un dolor agudo o punzante en la zona afectada, que se intensifica al respirar profundamente, toser, estornudar o realizar movimientos del tronco.
- Molestias al dormir o cambiar de posición: El dolor suele empeorar al estar tumbado de lado o al intentar girarse en la cama.
- Sensación de presión o rigidez: Puede notarse una sensación de opresión en el pecho, especialmente al realizar esfuerzos físicos o al hablar durante mucho tiempo.
- Dolor irradiado: En algunos casos, el dolor puede extenderse hacia la espalda, el abdomen o el hombro, lo que puede generar confusión con otras patologías.
- Dolor al tacto: La zona de la fisura suele ser sensible a la palpación o al aplicar presión suave.
- Espasmos musculares: Los músculos intercostales y paravertebrales pueden reaccionar con tensión o contracturas reflejas por el dolor.
¿Cómo se detecta la fisura?
El diagnóstico se basa en la exploración clínica y la historia del paciente. No siempre es fácil de visualizar mediante radiografías, ya que las fisuras pueden ser muy finas o no estar alineadas. En algunos casos, se requiere el uso de pruebas de imagen más sensibles, como una tomografía computarizada (TAC), para confirmar el diagnóstico. A menudo, el diagnóstico se realiza de forma clínica, basándose en los síntomas y descartando otras posibles causas del dolor torácico.
En cualquier caso, ante dolor persistente en el tórax, especialmente si hay antecedentes de golpe o esfuerzo, es fundamental acudir a un profesional sanitario para valorar la lesión y comenzar un tratamiento adecuado.
Recuperación y rehabilitación tras una fisura en las costillas
La fisura costal, aunque suele resolverse sin necesidad de intervención quirúrgica, requiere tiempo, reposo relativo y cuidados específicos para evitar complicaciones como el dolor crónico o la rigidez torácica. La recuperación suele oscilar entre 4 y 6 semanas, aunque puede variar según la edad, el estado de salud general y si se siguen correctamente las indicaciones médicas y fisioterapéuticas.
Cuidados generales durante la recuperación:
- Reposo relativo: Evitar movimientos bruscos, cargas pesadas y actividades de alto impacto, pero sin caer en la inactividad total. La movilidad moderada favorece la circulación y acelera el proceso de recuperación.
- Control del dolor: Se utilizan analgésicos o antiinflamatorios bajo prescripción médica. En algunos casos, se puede aplicar hielo local en los primeros días para aliviar la inflamación.
- Evitar vendajes compresivos: Aunque anteriormente se utilizaban fajas torácicas, hoy se desaconsejan ya que limitan la expansión pulmonar y pueden favorecer infecciones respiratorias.
Importancia de la fisioterapia en la recuperación:
La fisioterapia desempeña un papel clave para favorecer una recuperación segura y prevenir complicaciones a medio y largo plazo:
- Ejercicios respiratorios: Son fundamentales para mantener la movilidad torácica, mejorar la oxigenación y prevenir problemas como las atelectasias (colapso parcial del pulmón). Se trabaja la respiración diafragmática y la expansión costal.
- Movilizaciones suaves: Una vez superada la fase aguda, se introducen ejercicios de movilidad torácica y del tronco para recuperar la funcionalidad y prevenir rigidez.
- Tratamiento del dolor y contracturas: Técnicas manuales, terapia miofascial o electroterapia pueden ayudar a aliviar tensiones musculares asociadas, especialmente en los músculos intercostales, paravertebrales y escapulares.
- Reeducación postural: En pacientes que han desarrollado posturas compensatorias por el dolor, se trabaja la corrección postural y la alineación del tronco.
Terapia con bomba diamagnética: una herramienta innovadora
La bomba diamagnética es una tecnología no invasiva que utiliza campos magnéticos de alta intensidad para favorecer procesos de recuperación tisular y ósea. En el caso de una fisura costal, su uso presenta varios beneficios:
- Aceleración del proceso de regeneración ósea, favoreciendo la recuperación estructural de la costilla fisurada.
- Disminución del dolor y la inflamación, gracias al efecto bioestimulante que mejora la circulación y el metabolismo celular en la zona lesionada.
- Reducción del edema y mejora del drenaje linfático, lo cual es especialmente útil en fases agudas tras el traumatismo.
- Compatibilidad con otras terapias, como la fisioterapia convencional y el ejercicio terapéutico, potenciando sus efectos.
A continuación, os dejamos con un vídeo de nuestro compañero Víctor en el que podréis ver como funciona la Bomba diamagnética para este tipo de lesión.
Esta terapia puede formar parte de un plan de tratamiento combinado, siempre bajo la indicación y supervisión de un profesional especializado en este tipo de terapias.
Vuelta a la actividad física:
El retorno al ejercicio o al deporte debe ser progresivo y guiado por el profesional sanitario. Se recomienda evitar impactos o sobreesfuerzos hasta que la costilla esté completamente consolidada y el paciente no presente dolor al respirar o moverse.
Aunque una fisura costal no suele representar una urgencia médica grave, sí puede generar molestias intensas y limitar considerablemente las actividades cotidianas. Identificar los síntomas a tiempo y seguir un proceso adecuado de recuperación es clave para evitar complicaciones y favorecer una vuelta segura a la rutina.
El tratamiento conservador, acompañado de fisioterapia especializada, permite una evolución favorable en la mayoría de los casos. Técnicas como la terapia con bomba diamagnética, los ejercicios respiratorios y la movilización progresiva son grandes aliados para aliviar el dolor, acelerar la regeneración ósea y recuperar la funcionalidad del tórax.
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En nuestra clínica contamos con fisioterapeutas especializados en el tratamiento de lesiones torácicas y tecnologías avanzadas como la bomba diamagnética para acelerar tu recuperación. Si has sufrido una fisura en las costillas o presentas dolor persistente en el pecho, podemos ayudarte con un plan de tratamiento personalizado y seguro.
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