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Dolor sacroilíaco: Síntomas y ejercicios recomendados

La articulación sacroilíaca es una estructura fundamental en el sistema musculoesquelético. Se encuentra donde el sacro, la parte más baja de la columna vertebral, se conecta con los huesos ilíacos de la pelvis. Esta articulación, clasificada como una anfiartrosis, tiene un movimiento limitado debido a su función principal: equilibrar la presión generada por los movimientos del miembro inferior y la carga que se transmite desde el miembro superior. Aunque su movilidad es mínima, la articulación sacroilíaca juega un papel crucial en la estabilidad del cuerpo, distribuyendo el peso y soportando cargas. Su diseño robusto la convierte en una de las articulaciones más sólidas del cuerpo humano.

Además de su estabilidad, esta articulación se caracteriza por estar reforzada por un conjunto de ligamentos que la mantienen fija. Sin embargo, esta estructura está sometida a tensiones significativas durante actividades como caminar, correr o incluso al estar de pie por mucho tiempo. La sacroilíaca tiene que soportar constantemente el peso del cuerpo y amortiguar los impactos que recibe la pelvis, lo que hace que pueda llegar a sufrir desgaste, inflamación o lesiones en ciertas condiciones.

dolor en la articulacion sacroiliaca

CAUSAS DEL DOLOR SACROILÍACO

Las causas del dolor sacroilíaco y la sacroileítis suelen relacionarse con fuerzas de tracción y compresión en la articulación sacroilíaca, generadas por diversas condiciones y estilos de vida que afectan los ligamentos, músculos y otras estructuras periarticulares. A continuación, se detallan las causas y factores de riesgo más comunes asociados a esta afección.

  • Lesiones traumáticas: Los impactos fuertes, como los provocados por caídas o accidentes automovilísticos, pueden alterar la biomecánica de la articulación sacroilíaca, provocando dolor y inflamación. Cuando la estructura sufre un impacto directo, los ligamentos y tejidos blandos circundantes pueden dañarse, generando una respuesta inflamatoria que da origen a la sacroileítis. Este tipo de lesión puede ocasionar daños permanentes si no se trata adecuadamente.
  • Osteoartritis y enfermedades degenerativas: La sacroileítis puede ser resultado del desgaste natural de la articulación debido a la edad y condiciones degenerativas como la osteoartritis. A medida que la articulación envejece, el cartílago que recubre los huesos se desgasta, lo que genera fricción directa entre las superficies óseas. Este roce provoca dolor, rigidez y una inflamación crónica en la zona. Además, enfermedades como la artritis reumatoide pueden reducir el espacio articular, comprimiendo los tejidos y desencadenando dolor en la región sacroilíaca.
  • Espondilitis anquilosante: La espondilitis anquilosante es una forma de artritis inflamatoria que afecta la columna vertebral. Este tipo de artritis es una causa común de sacroileítis, ya que en sus etapas iniciales puede producir inflamación en la articulación sacroilíaca. Con el tiempo, la espondilitis anquilosante puede fusionar las vértebras, restringiendo aún más el movimiento de la articulación y exacerbando el dolor sacroilíaco.
  • Artritis psoriásica: Otra causa de sacroileítis es la artritis psoriásica, una enfermedad inflamatoria que afecta tanto a la piel como a las articulaciones. En esta condición, además de los síntomas cutáneos, pueden inflamarse las articulaciones de la columna y las sacroilíacas, generando dolor y rigidez. La sacroileítis en pacientes con artritis psoriásica puede volverse crónica y requerir un tratamiento específico para controlar los brotes inflamatorios.
  • Embarazo: Durante el embarazo, el peso adicional y los cambios en la postura ejercen una presión extra en la articulación sacroilíaca. El aumento de la laxitud en los ligamentos y el ensanchamiento de la pelvis también contribuyen a la aparición de la sacroileítis en mujeres embarazadas. Además, tras el parto, algunas mujeres pueden experimentar dolor prolongado debido a los cambios estructurales y el estrés que han sufrido sus articulaciones.
  • Sobrecarga de la articulación: La sobrecarga es otra causa frecuente de sacroileítis. Esta puede originarse por rigidez en la zona lumbar o dismetrías (diferencias en la longitud de las piernas), lo que provoca que una cadera soporte más peso que la otra. Esta descompensación sobrecarga la articulación y eventualmente genera inflamación y dolor en la zona sacroilíaca.
  • Desequilibrios Musculares: Cualquier alteración en los músculos del core o en los glúteos puede contribuir al desarrollo de sacroileítis. Estos desequilibrios afectan el movimiento normal de la pelvis y la cadera, generando tensiones irregulares que impactan negativamente la articulación sacroilíaca. Si los músculos que rodean la articulación no funcionan adecuadamente, el soporte que brindan es insuficiente, causando inestabilidad y dolor.

Factores de Riesgo

  • Actividad física intensa o trabajo físico pesado: La realización de actividades que impliquen esfuerzos físicos intensos, movimientos bruscos o posturas forzadas puede aumentar el riesgo de sacroileítis. Trabajos que exigen cargar peso frecuentemente o mantener posturas incómodas por largos períodos, así como deportes de alto impacto, generan un estrés continuo en la articulación.
  • Mala postura: La adopción de posturas inadecuadas de manera prolongada puede modificar la alineación de la columna y la pelvis, afectando la estabilidad de la articulación sacroilíaca. La mala postura, tanto al estar de pie como al sentarse, puede agravar el dolor y el riesgo de sacroileítis.
  • Dismetrías óseas y escoliosis: Las diferencias en la longitud de las piernas o deformidades estructurales, como la escoliosis, provocan un desequilibrio en el peso que se distribuye a través de la pelvis. Este desequilibrio aumenta el estrés en una de las articulaciones sacroilíacas y es un factor de riesgo para desarrollar dolor crónico en la zona.
  • Embarazo y parto: Durante y después del embarazo, la articulación sacroilíaca puede sufrir alteraciones que favorecen la aparición de sacroileítis. La recuperación de estas estructuras puede ser lenta y, en algunos casos, el dolor puede continuar después del parto si no se trata adecuadamente.

SÍNTOMAS

La sacroileítis se caracteriza principalmente por el dolor, que suele localizarse en la región lumbar y glútea, pero que en muchos casos puede extenderse a otras áreas, como las piernas, la ingle e incluso los pies. Esta expansión del dolor es una de las razones por las cuales su diagnóstico puede ser complejo, ya que síntomas similares pueden asociarse a múltiples patologías. A continuación, se detallan los síntomas más comunes y cómo estos afectan la vida cotidiana del paciente.

El dolor en la sacroileítis se presenta generalmente en la parte baja de la espalda y en los glúteos. Sin embargo, no es raro que este dolor se irradie hacia la pierna, la ingle o hasta el pie, dependiendo de la gravedad de la inflamación y de las estructuras afectadas. Esto puede llevar a que el dolor sacroilíaco se confunda con otras condiciones, como la ciática o problemas de cadera, ya que el dolor irradiado y la sensación de incomodidad pueden ser muy similares.

Además, el dolor suele ser de naturaleza mecánica, es decir, que empeora con ciertos movimientos, especialmente aquellos que implican la rotación de la cadera o actividades prolongadas, como caminar durante un largo periodo.

El dolor de la sacroileítis tiende a manifestarse durante actividades cotidianas, como caminar, mantenerse en una misma posición (sentado o de pie) por mucho tiempo, y realizar esfuerzos físicos. Esto puede hacer que el paciente limite sus actividades diarias y busque evitar ciertos movimientos que intensifican el dolor. Actividades tan comunes como levantarse de una silla, subir escaleras o incluso vestirse pueden ser dolorosas, afectando significativamente la calidad de vida.

Rigidez y Bloqueo Articular: La rigidez en la zona afectada es otro síntoma común en la sacroileítis. Esta rigidez se manifiesta principalmente por la mañana, cuando la articulación se siente “bloqueada” y con movilidad reducida. En fases avanzadas de la patología, la rigidez puede volverse más persistente y presentarse en diferentes momentos del día, haciendo que el paciente sienta una pérdida de flexibilidad y libertad de movimiento. La rigidez también puede limitar los movimientos de la cadera y el tronco, dificultando tareas básicas y obligando al paciente a adoptar posturas que le resulten más cómodas, lo cual a su vez puede generar descompensaciones en otras áreas del cuerpo.

Tensión Muscular y Dolor Neuropático: La tensión muscular, especialmente en la región lumbar, es común en pacientes con sacroileítis, ya que el cuerpo tiende a compensar el dolor en la articulación mediante la activación de músculos circundantes. Esta sobrecarga muscular puede llevar a una sensación de dolor adicional y una menor capacidad de relajación muscular. En algunos casos, el dolor se acompaña de síntomas neuropáticos, como ardor, hormigueo o cambios en la sensibilidad en la región afectada. Estos síntomas neuropáticos pueden ser más notables cuando el dolor se extiende hacia la pierna, lo que genera una sensación de incomodidad persistente.

Pérdida de Funcionalidad y Movilidad: La disminución en el rango de movimiento es otro síntoma clave en la sacroileítis. La inflamación de la articulación sacroilíaca y la rigidez que genera pueden reducir la movilidad del paciente, afectando su capacidad para realizar actividades físicas y tareas cotidianas. La pérdida de funcionalidad puede incapacitar al paciente de manera temporal o incluso prolongada, dependiendo de la evolución de la patología y el tipo de tratamiento que se esté llevando a cabo.

En los casos más graves, la sacroileítis puede hacer que actividades como sentarse, pararse o incluso dormir resulten dolorosas. Esta limitación afecta no solo la salud física del paciente, sino también su estado emocional y calidad de vida, al no poder desempeñar sus actividades diarias sin experimentar molestias.

Afectación del Músculo Psoas y Dolor Inguinal: En algunos casos, la sacroileítis puede involucrar el músculo psoas, que conecta la columna lumbar con la pelvis y los miembros inferiores. Cuando el psoas se ve afectado, el dolor puede irradiarse hacia el abdomen y la zona inguinal, lo que añade una nueva dimensión de incomodidad para el paciente. Esta irradiación de dolor puede complicar el diagnóstico y hacer que la sacroileítis se confunda con problemas abdominales o de cadera, generando diagnósticos erróneos y retrasos en el tratamiento adecuado.

TRATAMIENTO DE FISIOTERAPIA

El tratamiento fisioterapéutico de la sacroileítis se enfoca en reducir el dolor y la inflamación, restaurar la movilidad, fortalecer la estabilidad de la región lumbopélvica y educar al paciente sobre el manejo del dolor. A continuación, se presentan las principales técnicas y métodos utilizados en fisioterapia para abordar la sacroileítis:

  • Control del Dolor y la Inflamación
  • Diatermia: Técnica no invasiva que aplica calor en profundidad mediante corrientes de alta frecuencia, generando un aumento de temperatura en los tejidos musculares, tendinosos y ligamentosos. Esta técnica alivia el dolor y mejora el flujo sanguíneo, siendo útil en las primeras fases para reducir el malestar en la zona sacroilíaca.
  • Movilización Articular y Masoterapia

Una vez controlado el dolor inicial, el fisioterapeuta comienza a trabajar en la movilidad de la articulación sacroilíaca y la zona lumbopélvica.

  • Masoterapia: La aplicación de masaje sobre la musculatura de la zona lumbar, glútea y sacroilíaca disminuye las tensiones musculares asociadas al dolor.
  • Ejercicios Terapéuticos

Una vez que el dolor se encuentra bajo control, el siguiente paso es recuperar y mejorar la movilidad, fortalecer la estabilidad de la zona y enseñar ejercicios que el paciente pueda realizar en casa para mantener los resultados.

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  • Estiramientos: Se realizan de forma pasiva al inicio, para relajar la musculatura y aumentar el rango articular sin sobrecargar la articulación. Una vez que el dolor ha disminuido, se enseña al paciente a hacer estos estiramientos de manera activa en casa, enfatizando una ejecución sin dolor y en un rango controlado.
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  • Fortalecimiento y estabilización del core: El fortalecimiento de los músculos abdominales, lumbares y pélvicos (conocido como el “core”) proporciona estabilidad y soporte a la región lumbopélvica, disminuyendo la carga sobre la articulación sacroilíaca. Ejercicios de estabilización, como los de activación de los músculos profundos, ayudan a prevenir recidivas y mejorar la funcionalidad en el día a día.
  • Ejercicios de neurodinamia: Estos ejercicios tienen como objetivo movilizar las estructuras nerviosas y mejorar su función, aliviando el dolor neuropático si hay atrapamiento de nervios en la zona.
Etiquetas: dolor de sacro, espalda, sacro

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